15 Sep Los cuatro acuerdos toltecas
Creo poder decir que todos vivimos un año que nos hizo reconsiderar muchos aspectos de nuestra vida, en parte por el tiempo que se liberó y en parte por lo que nos impacto de tantas formas diferentes que nos obligo a mirarnos en el espejo y cuestionarnos sobre nuestras actividades y nuestras expectativas.
La crisis actual actuó como una especie de auditoria involuntaria, severa, sin concesión, pero gratuita!
Hemos vuelto a escuchar con curiosidad sobre nuevas formas de emprender o de renovar sus negocios, especialmente los que integran aspectos que hemos a menudo dejado al lado, nuestro impacto en el ambiente o en los demás.
Hoy les comentaré de un libro que se dio a conocer dentro del ámbito del Desarrollo Personal y que, dejando al lado los prejuicios cuanto a esa literatura, ha inspirado investigadores en organización empresarial.
Se trata de los “cuatro acuerdos” toltecas de Miguel Ruiz.
Describe un método de mejora del individuo inspirado de la tradición tolteca del siglo XIII.
Al inicio son cuatro principios que parecen evidentes, pero no tan fáciles de implementar en su vida y en su organización.
Sé impecable con tus palabras
Ser coherente entre lo que uno dice y lo que hace; ser auténtico, solo decir lo que piensa; no utilizar la palabra para herir o insultar o hablar mal detrás de uno.
En época de trabajo en la oficina, la costumbre de juzgar a los demás era más común. La distancia debida al trabajo remoto, nos obliga a comunicar vía mensajerías y chats que no permiten interpretar o suavizar un mensaje a través del lenguaje corporal.
Para “leer” un mensaje, que sea oral, visual o escrito, pasamos por lo general por unos 9 filtros, desde la concepción del mensaje hasta su interpretación por el interlocutor.
Es entonces obvio que, al redactar y luego interpretar un email pasará por filtros más toscos.
Se vuelve entonces vital mejorar la comunicación entre colaboradores integrando algunos principios a la cultura de su empresa. Transparencia, feedbacks regulares, comunicación directa… para instaurar una mayor confianza. Invitar a sus colaboradores a que cuiden su expresión escrita y a expresar lo que piensan sin denigrar, son beneficios que darán sus frutos a la empresa, incluso cuando regresarán a las oficinas físicas. Siempre y cuando el líder aplica a él mismo esos principios.
No tomes nada personalmente
Lo que dicen y hacen los demás son solo una proyección de su propia realidad. Si logra entender ese principio, ya no será víctima de sufrimientos inútiles.
A menudo reprochamos a los demás algo de nosotros que se refleja y que no aceptamos.
Las decisiones y las críticas que son emitidas dentro de una empresa, son relacionados con el entorno y no siempre con nuestro comportamiento. Se nota claramente con las opciones económicas que se tomaron durante la crisis que hemos venido enfrentando con el coronavirus.
Puede costar no relacionar un despido por la empresa con sus propias competencias profesionales, pero el nuevo contexto ha obligado a tomar decisiones que no tiene que ver con su persona.
Es importante disociar sus capacidades y quién es como individuo.
No hagas suposiciones
No importa si la respuesta es correcta; sólo encontrar una respuesta nos hace sentir mejor. Por eso hacemos suposiciones.
¡Oh el poder de nuestras mentes para inventar historias! En un período de gran incertidumbre, la tendencia a adivinar se intensifica, inventar historias nos ayuda a tranquilizarnos. Es normal y perfectamente humano.
A distancia, la tendencia en interpretar cualquier situación se hace más fuerte. Un manager cancela una reunión y de ahí salen dudas sobre el porque, si algo mal está pasando,…
¿Que podemos hacer? Lo mejor es preguntar, lo que sea, con palabras impecables, pero evitar de quedarse con dudas innecesarias. Esas preocupaciones pueden carcominar sus días y hacerle dedicar energía en escenarios imaginados.
Haz siempre lo máximo que puedes
No se trata de sobrepasarse, o de dedicar más tiempo de lo necesario o convenido.
Las situaciones de estrés, peor si son prolongadas, y cuando no son inevitables, llevan a menudo al cansancio, la ineficacia y la deterioración de la palabra.
Cuando se habla de hacer lo máximo, se trata de tomar conciencia de sus límites, aceptar el error, aprender de esos errores y siempre dar lo mejor de si mismo en cualquier tarea, sin despreciarlas por lo que todas son necesarias.
Será lo mejor que puede en una situación nueva, la del Covid, con niños en la casa cuando antes estaban en la escuela, con bajas de ánimo.
No hablamos de volverse irresponsable o despreocupado sino dedicado a las tareas cuando es tiempo para ellas. Es cuando acudimos a la benevolencia con sus colaboradores.
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